sábado, 21 de junio de 2014

La revolución francesa: ¿una o tres revoluciones?

¿Se trata de una sola o de tres revoluciones?
En el verano de 1789 se puede hablar de tres: una revolución institucional o parlamentaria en la cumbre, una revolución urbana o municipal, y una revolución campesina.
Al menos desde el punto de vista pedagógico, esta presentación puede resultar útil.
Acontecimientos que ocurren:
- la toma de la Bastilla el 14 de julio
- la muerte del intendente de la generalidad de París, Bertier de Sauvigny
- la marcha de mujeres y hombres de París a Versalles en octubre, en respuesta a las amenazas de la reacción para hacer regresar a la familia real.

Se trataba de un programa que unía la reivindicación política a la reivindicación económica.
A partir de esta serie de acontecimientos se puede ver cuál era el nexo entre la revolución parlamentaria en la cúspide (en la Asamblea Nacional) y la revolución popular en la calle.
Gracias a la intervención popular (urbana) la revolución parlamentaria pudo materializar sus éxitos.
El levantamiento en el campo tras los levantamientos de 1789 se extendieron en muchas regiones, constituyendo una ola antinobiliaria en la que a menudo ardían los castillos, aunque raramente fue sangrienta.

El período entre fines de 1789 a principios de 1791 se presenta como la oportunidad que tuvo la burguesía para alcanzar su objetivo: el compromiso por el cual las élites, antiguas y nuevas, se habrían puesto de acuerdo a fin de sentar las bases de la sociedad moderna.
Entre 1791 y la caída de la monarquía, el 10 de agosto de 1792, la marcha revolucionaria cambió de rumbo.
Los historiadores F. Feuret y Richet han propuesto el tema del "patinazo" de la revolución francesa.
Para ellos, la intervención de las masas populares urbanas o rurales en el curso de una revolución liberal que en lo esencial había logrado sus objetivos, escapaba al orden de las cosas. El miedo exagerado de una contrarrevolución apoyada por un "complot aristocrático", había despertado los demonios de los miedos populares y había acelerado la revolución.
Más allá de que según Michel Vovelle no se puede subestiamar la acción de la contrarrevolución, hay que considerar también  que el resurgimiento del malestar económico contribuyó a que se renovara la movilización.
Jérôme Pétion, alcalde de París decía: "La burguesía y el pueblo unidos han hecho la Revolución. Sólo su unión puede conservarla".
Pero, ¿de qué unión se trataba?
Para líderes como Robespierre y Marat, esta condición de supervivencia era mucho más que una alianza de conveniencia. Por el contrario, los brissotins sólo veían en ella una necesidad sufrida con impaciencia pues no compartían sus aspiraciones sociales ni económicas, y se abrirá entre ellos un abismo acelerado con la guerra
La revolución jacobina
En la primavera de 1792, cuando el mismo Pétion que hablaba de la unidad del pueblo y la burguesía sale a decir "Vuestras propiedades están en peligro" tras la caída de la monarquía, lo que está diciendo es que la sublevación popular está poniendo en peligro la propiedad burguesa.
En ese momento entonces se produce una división en la burguesía: para unos, el mayor peligro era la sublevación social, y era fundamental volver a instaurar el orden como necesidad básica.
Para otros en cambio, importaba la defensa de la revolución contra el peligro del retorno aristocrático, y habia que negociar con la movilización popular y dar satisfacción a algunas de sus reivindicaciones.

De las sans-culotterie, organizadas en el marco de asambleas o sociedades populares surgieron muchos líderes donde la heterogeneidad era la norma. Estaban los "enragés", los exaltados: Varlet, Lecrerc, Jacques Roux, fuertemente reprimidos; y también los hebertistas, en torno a Hébert, Chaumette y la Comuna de París, pero no se constituían como grupo de pensamiento ni de acción. Lejos estaban de constituirse como vanguardia revolucionaria.

Libertad, Igualdad... Se ha tratado de completar la célebre tríada agregándoles la Fraternidad. Pero la fraternidad vivida, la que proclama al menos el deber de asistencia a los más desprotegidos y el derecho a la vida, en tanto capaz de limitar el derecho de propiedad, no formó parte de los sueños de la democracia jacobina. Libertad, igualdad, seguridad y propiedad... he aquí los principios que constituyen más netamente la continuidad de los valores burgueses restablecidos en el año III.