viernes, 14 de noviembre de 2014

La significación del pueblo hebreo en la misma época de las monarquías mesopotámicas y egipcias

Los hebreos no alcanzaron el grado de perfeccionamiento y racionalización técnica, política y administrativa de las monarquías mesopotámicas y egipcias, sin embargo de todos los pueblos orientales son ellos los que mayor y permanente significación han tenido para el futuro desarrollo histórico universal.

De sus concepciones espirituales surgieron dos religiones universales destinadas a transformarse en fuerzas de la historia universal: el cristianismo y el islamismo. 
Muchas de las ideas y creencias fundamentales de la cultura occidental tienen sus raíces en el pueblo judío:

El monoteísmo
El monoteísmo hebreo  supone la unicidad de Dios, y por lo tanto la repulsa de todo politeísmo y de los dioses nacionales. dios es universal, es el Dios de todos los pueblos y, por lo tanto, en el monoteísmo está implícita la unidad sustanciall del género humano, compatible con que Israel sea "el pueblo elegido". 
Este dios único tiene carácter personal y una configuración análoga a la humana, pues el hombre fue hecho a su imagen y semejanza.
Jahvé es omnipresente y omnipotente pero, al mismo tiempo, bueno y justo, y fuente de todo orden moral.
No es una fuerza de la naturaleza ni una divinidad arbitraria, pues sus castigos (diluvio, destrucción de ciudades, cautividad de pueblos, etc)  no tienen otro objetivo que restaurar el orden moral destruido por el pecado.

A diferencia de otras religiones orientales, no se confunde a dios con los elementos naturales, sino que son dóciles instrumentos a su servicio. Es decir que la naturaleza es un elemento distinto e inferior al hombre.

El pensamiento hebreo distingue claramente a Dios, la naturaleza y el hombre.

El descubrimiento de la historia
El hombre,en cuanto ser libre, está obligado a crear sus propias formas de vida y su propia historia. Y aunque Dios puede enderezar las acciones de los hombres, es a los hombres a quienes les corresponde decidir su destino.
La historia transcurre entre dos puntos precisos: un origen constituido por el pecado del hombre unido al designio divino de salvarlo, y un fin, constituido por el acto simultáneo del juicio final y de la salvación. Todo el período intermedio, la historia y la vida propiamente dicha, no es más que una etapa de preparación y de prueba para el último acto del drama histórico

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