lunes, 2 de diciembre de 2013

Las formas políticas en el Antiguo Oriente. Ciudad e imperio mundial. Concepto de poder.

En el mundo antiguo, hablando en términos generales y aceptando que existan excepciones, se puede afirmar que no se conocen más que dos formas políticas: la ciudad y el imperio mundial.
Es decir, no hay ninguna forma que se asemeje al moderno estado territorial o nacional, integrado en una comunidad internacional y gozando del respeto de su existencia por parte de los demás estados. Puede mencionarse quizás la situación de equilibrio entre el imperio hitita y el egipcio hacia el año 1180 AC, pero se trata de una situación excepcional, que no da fisonomía al orden político del mundo antiguo.

La sociedad política tal como la conocemos actualmente se ordena en base a un territorio concreto delimitado por fronteras, donde sus habitantes se sienten vinculados entre sí y a ese territorio como una unidad indivisible: la patria.
En las ciudades autárquicas del mundo antiguo no sucedía así: la sociedad política era la de la ciudad, y era a esta ciudad y no al territorio, a la que el hombre se sentía
existencialmente vinculado; la ciudad y no el territorio era la patria. El territorio sólo tenía significación en función de la ciudad, como campo de abastecimiento y espacio defensivo.

La fundación misma de la ciudad era concebida como una reproducción del acto de la creación, razón por la cual tomaba forma circular (como la tierra y el cielo), y, de la misma manera que el cosmos está partido por los cuatro puntos cardinales, la ciudad se dividía en cuatro cuadrantes, cuya intersección es el omphalos, ombligo o centro del mundo, coincidente con el centro del cielo.

Encontramos a la ciudad como un centro político autárquico, "soberano", en los primeros tiempos de la cultura mesopotámica, siendo sustituída más tarde por "imperios mundiales", aunque en Mesopotamia se centran entorno a una ciudad santa.
En sus grandes líneas, la ciudad antigua como entidad política independiente adopta una constitución oligárquica o democrática, mientras que los imperios mundiales representaron el despotismo.

Por imperio mundial entendemos un espacio y una comunidad cultural organizado desde un sólo centro de poder, que no mantiene relaciones regulares con el exterior, y que no reconoce nada que se encuentre fuera de él. Imperio mundial era Egipto, ya que constituía una unidad política cultural autárquica y, por ende, cerrada en sí misma.

La sociedad del Medio Oriente era una sociedad "cerrada". Es decir, una sociedad en la que el hombre no era considerado como persona sino como absorbido por la comunidad. Sólo el déspota monopolizaba su derecho a la "individualidad".
El descubrimiento de la personalidad humana sólo comienza con los griegos y se perfecciona con el cristianismo.

El déspota y el círculo que lo rodea reúne en una unidad casi indisoluble todos los poderes.
El poder es la posibilidad de determinar la conducta de los demás sin consideración de su voluntad. La posibilidad de sustituir la voluntad ajena por la propia en la determinación de la conducta de otros, mediante la aplicación de medios coactivos (violentos, económicos, espirituales).
En la época moderna cada uno de estos medios coactivos tiene un sujeto diferente: el monopolio de la violencia legítima corresponde al Estado, el poder económico a las empresas y sindicatos, y el poder espiritual a las iglesias.
Con los imperios orientales no se conocía más que una sociedad en la que la religión, la política y la economía estaban indisolublemente unidas.

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