sábado, 2 de noviembre de 2013

Historia del Arte. Esbozos de un arte decorativo

El hombre hace pasar al trabajo de sus manos (de su cuerpo) las exigencias de su espíritu.

Donde los trazos accidentales surgían, el hombre empieza a repetirlos en forma idéntica, y así nace el paralelismo.
Este mismo instinto se puede apreciar en la danza, constituída por la repetición disciplinada del mismo tipo de paso.
En la danza, la primera forma de "variar el paso", de variar la repetición, es hacerla de forma invertida. Así nace la simetría.

Si a un dibujo le aplicamos el principio de la repetición, sigue siendo un tema único.
Si se combina esa figura con otra distinta, se obtiene una unidad más compleja, alternada en cierto modo y susceptible a su vez de ser repetida. Así nace el ritmo.

Así se fundan las dos grandes posibilidades del arte: el realismo y la abstracción.
En el realismo, el hombre intenta dar la apariencia de las cosas que ve.
A través de la abstracción, el hombre procura imponer a la materia su pensamiento.

El artista prehistórico no muestra jamás bisontes, caballos y renos determinados, porque para que la magia sea eficaz es necesaria la generalización, ya que no tendría utilidad el maleficio para un animal determinado al que el cazador tendría pocas probabiliadades de encontrar nunca.

Así, el arte más aparentemente dedicado a la reproducción de la naturaleza no puede escapar a la ley de las simplificaciones manuales o mentales que tienden a las formas geométricas.

El dibujante del período auriñaciense sustituye las formas complicadas de su modelo por su esquema de tendencia geométrica.
En el período magdaleniense, la simplificación y la riqueza de sugestión se combinan de maravilla:
  • se comienza a utilizar el truco: sacan partido de la superficie donde se realiza la pintura, como por ejemplo utilizar la hinchazón de la bóveda de la caverna para sugerir la panza del animal. 
La función del dibujo era ritual ante todo, y las generaciones que siguieron no vacilaron en superponer unos sobre otros los dibujos hasta el punto que acaban por confundirse en una maraña ilegible.
Estas representaciones se hallaban con frecuencia en el fondo de las grutas, en lugares de difñicil acceso, y donde aún hoy es muy difícil verlas por la escasez de luz.

Por este tema, recomendamos ver el documental del cineasta alemán Werner Herzog "La gruta de los sueños olvidados".



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